Las plantas reverdecen y nuevos y nutritivos retoños se vuelven disponibles para herbívoros como el guanaco. Este mecanismo ocurre incluso en las inhóspitas alturas de las mesetas.

La abundancia de vegetación altamente nutritiva en las mesetas dispara uno de los acontecimientos naturales más desconocidos de nuestro país, la migración masiva de guanacos desde sus áreas de invernada en las zonas bajas hacia sus áreas de veranada en las planicies de altura de las mesetas. Así, cada año en primavera, miles de guanacos recorren decenas de kilómetros para utilizar ese valioso recurso que representan los pastos verdes, frescos y nutritivos que prosperan en la meseta. Estos pastos representan un alimento fundamental para las hembras, que comenzaran pronto a parir y necesitan de todas las energías disponibles para amamantar y criar a sus chulengos.
Las temperaturas más amigables dan también como resultado una suerte de “baby boom” animal. Por ejemplo, es en este período del año cuando los choiques machos comienzan a incubar unos 20 o 30 huevos de los cuales luego de unos 38 días eclosionaran los pichones más conocidos como charitos o charabones. Será el macho también el responsable de proteger a los pichones hasta que se independicen. Asimismo, el chinchillón anaranjado, típico habitante de los cañadones de Santa Cruz, también aprovecha la bonanza primaveral. Las hembras paren una o dos crías que el turista atento podrá observar mientras toman un baño de sol matutino en las empinadas paredes rocosas donde los chinchillones habitan.

La bonanza de pasturas frescas y nutritivas que aprovechan los herbívoros como el guanaco, el choique y el chinchillón también beneficia, de manera indirecta a los pumas y zorros gris y colorado. Con sus cachorros recién nacidos, estos depredadores encuentran en los herbívoros y sus crías una fuente accesible y abundante de alimento.
La rusticidad y aspereza de la estepa Patagónica se aplacan durante la primavera, cuando su vegetación espinosa florece en decenas de colores, los tonos ocres dan lugar a verdes intensos y las crías de decenas de especies salvajes comienzan a explorar lo que será su hogar. Y todo ocurre frente los ojos de quien quiera verlo. Una experiencia impactante para el visitante que le permitirá construir memorias inolvidables de la Patagonia salvaje.