Iker Miralles Osores, cuya familia es oriunda de Santo Tomé, provincia de Santa Fe. Desde hace un tiempo está con su papá en el Hospital Italiano de Buenos Aires a la espera de un corazón.
Entre 2006 y 2013 hubo en la Argentina 60 donantes de órganos menores a 2 años de vida. Entre el 2014 y 2022 esa cantidad descendió un 26 %, con 44 donantes. En la lista del Incucai, al mes de mayo de este año había una lista de 180 pacientes pediátricos -menores a 18 años- que esperaban un órgano y su única esperanza de vida es la realización de un trasplante.
Iker Miralles Osores, de 10 años, es uno de los pequeños incluidos en la estadística del Incucai: necesita con urgencia un trasplante de corazón porque padece una cardiopatía congénita.
Desde Santa Fe fue trasladado a Buenos Aires. Está internado en el Hospital Italiano de Buenos Aires.
“Tengamos conciencia que la donación de órganos pediátricos da vida a miles de niños que los necesitan”, clama su papá, Daniel. Su mamá falleció de Covid en la pandemia de coronavirus.
A través de las redes sociales, familiares, amigos y vecinos organizan colectas para la manutención del papá de Iker y su actual pareja en la Capital, así como cadenas de oración por su salud.