Lo declararon testigos en una investigación interna de la fuerza provincial. Por la gravedad de las acusaciones, la Justicia puso el caso en manos de Gendarmería.
No sólo organizaban “afters” en la casa de un agente, sino que además se sospecha que vendían bebidas alcohólicas con pastillas. Esos son algunos de los detalles que surgieron a medida que avanzó el caso de los “policías fiesteros” de Santa Cruz, que estalló el 1° de septiembre, por una pelea callejera en el contexto de uno de estos eventos clandestinos.
Las fiestas, según se pudo establecer hasta ahora, se realizaban en la casa de un agente de 23 años, de apellido Morinigo, en la localidad de Las Heras, quien fue sindicado como principal organizador. Además, se vieron involucrados otros compañeros de fuerza: el segundo jefe de la Comisaría Primera, donde el dueño de casa prestaba funciones, un principal, un suboficial de la División Departamental de Investigaciones (DDI) y dos suboficiales de la Comisaría Segunda de Las Heras.
En su momento, los encargados de cada una de las seccionales involucradas les retiraron a los sospechosos las respectivas armas reglamentarias y los sumariaron, con una suspensión inicial por el plazo de los 30 días hábiles que duraría el sumario administrativo. Al dueño de la vivienda y otro efectivo se les adjudicó la figura de “conducta indebida” dentro de la fuerza, e incluso se habló de la posibilidad de una cesantía para el primero.
Según las declaraciones recogidas por la propia fuerza luego de tomar al menos 25 testimonios de testigos, los efectivos implicados, que prestaban servicio en las comisarías Primera y Segunda de Las Heras, habrían suministrado pastillas y otras sustancias en las bebidas que servían durante las fiestas, que según testimonios de vecinos de la zona, eran casi todos los fines de semana y convocaban importantes cantidades de gente desde hacía unos tres años.
Posteriormente, ante la gravedad de los hechos descritos por los testigos del sumario interno, la Justicia decidió poner en manos de Gendarmería Nacional el caso para garantizar imparcialidad y evitar posibles acciones de encubrimiento o manipulación de pruebas, ante una situación que no sólo alcanza a los directamente involucrados, sino que desprestigia a la fuerza provincial.
En los últimos días, los gendarmes visitaron a varias de esas personas que colaboraron en la investigación para entregarles las citaciones formales a prestar declaración, ahora ante la Justicia, en una posible causa penal que ya avanza más allá de lo administrativo.
El escándalo que sacudió al pueblo santacruceño se desató luego de una pelea en la calle Gregores, entre algunos asistentes a una de estas fiestas, que derivó en una denuncia formal ante el Juzgado de Instrucción Penal y Juvenil N.º 1 de Las Heras.
Según informó La Opinión Austral, esa presentación fue realizada por la Defensora Oficial de Los Antiguos, quien expuso una serie de acusaciones que comprometen a los policías alcanzados.
Un domingo complicado en Santa Cruz
El domingo 1° de septiembre, la casa del agente Morinigo fue denunciada por ser escenario de una fiesta que ocasionaba molestias a los vecinos que viven en la zona. En los alrededores de la casa había una gran cantidad de gente circulando y generando ruidos molestos. A las 7.05 de la mañana hubo una intervención policial sobre la reunión que había comenzado la noche anterior.
En la oportunidad, los agentes que fueron a restablecer el orden invitaron a unos 15 hombres y mujeres a retirarse de la vivienda en cuestión. Unos 25 minutos más tarde, sin embargo, la Policía volvió a ser requerida por los vecinos. Aproximadamente a las 7.30, se denunció una riña.
Al llegar los efectivos, despejaron el lugar y muchas personas más se retiraron. Pero dos hombres que se quedaron y estaban bajo los efectos de bebidas alcohólicas, insultaron al personal policial e incluso provocaron a los agentes, desafiándolos a pelear con ellos.
Lo ocurrido el fin de semana del 31 de agosto y el 1º de septiembre no es nuevo, según afirman los vecinos. Situaciones similares se dan desde hace unos tres años, coincidiendo con el momento en el que el dueño de casa comenzó a trabajar en la Policía.
En oportunidades anteriores, el agente llegó a ser sancionado e incluso denunciado por contravención por el propio comisario Ángel Sánchez, jefe de la Comisaría Primera.