El rugbier más complicado por el crimen de Fernando Báez Sosa, pidió declarar luego de escuchar a su madre frente al tribunal. Aseguró que estaba alcoholizado
Este lunes, en los Tribunales de Dolores, se está realizando la decimoprimera audiencia del juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa, el joven asesinado a golpes en enero de 2020 a la salida del boliche Le Brique en Villa Gesell, indicó Infobae.
Entre lágrimas, el rugbier acusado de pegarle la patada mortal a Fernando Báez Sosa, manifestó: “Quiero pedir disculpas porque jamás en la vida se me hubiese ocurrido matar a alguien. Escuché varias cosas sobre mí varios años. No reconocía porque generaban tanto odio hacia mi persona, yo jamás en la vida tendría esa intención”.
“Ese día nos levantamos a las 13:00. Después de que la noche anterior quisimos salir y no pudimos. Nos habíamos levantando con ganas de divertirnos, por todo lo que nos habíamos esforzado”, comenzó el relato.
Según narró, fueron a un lugar donde había promociones: “A uno de los chicos les gustaba el artista que tocaba en Le Brique y por eso decidimos ir ahí. Fuimos a la playa con dos heladeras con bebidas y nos pusimos a tomar, pusimos música y cuando se estaba haciendo de noche, ya estábamos medios mamados”.
“Dijimos vamos a comprar la entrada ahora y compré las 10 entradas. Uno de los chicos había organizado para ir a la casa de una compañera. Llegamos a la casa, comimos y nos empezamos a preparar para la previa. Había mucha gente de Zarate”, agregó.
Después, Thomsen detalló el momento en el que llegaron al boliche: “Empezamos a tomar y como a las 3.30, 4 de la madrugada decidimos ir para poder ya entrar. Yo fui el primero que entré y fuimos directo a la barra a cambiar la consumición que venía con la entrada”.
“Llegamos a la barra y cuando llegamos, nos quedamos ahí. Estaba ahí tomando con uno de los chicos y estábamos conociendo a una chica, estábamos organizando para hacer una previa con ella al día siguiente. Había tanta gente que se te volcaba el vaso, así que me puse contra la barra y cubría a mi amigo y la chica”, recordó.
Mientras estaba en la barra, escuchó: “Basta de empujar, por favor”; a lo que alguien respondió: “Estamos todos en la misma, no nos podemos mover”. Allí, un amigo le tocó la espalda y, cuando se da vuelta, notó que tenia un chichón.
Segundos más tarde, dijo: “De repente un seguridad lo estaba levantando y le pido que lo deje. El seguridad también me pidió a mi que me fuera. Yo me pongo a preguntar por qué me quieren sacar, si no hice nada. Alguien, de repente, me empieza a asfixiar con una presión y me rendí porque sabia que no podía zafarme”. Cuando salía por el pasillo de la cocina, sintió que le pegaron dos piñas en la costilla.
Una vez fuera de Le Brique, precisó que fue caminando hacía donde estaban sentados sus amigos. En ese momento, vio que uno de sus amigos -no especificó quién- se estaba por meter en una ronda de gente que no conocía: “Cuando veo eso, dije ‘se van a pelear’”.
“Apenas me meto para sacarlo, me pegan una piña en la cara y así reaccione pegando patadas, pero jamás en la vida lo hice con intención de matar a alguien”, dijo.
En ese sentido, apuntó: “Dicen que yo organicé, que soy líder y yo me metí a pelear porque vi que era una persona contra muchos. Era una ronda y mi amigo solo”.
Sobre cuándo se enteró del crimen, contó: “Al otro día supe lo que había pasado. Cuando estábamos todo en el piso (la policía) nos dice: “¿Ustedes saben por qué están acá? Ustedes mataron un pibe”. Ahí me empezó a dar vueltas todo en la cabeza y me puse a vomitar, pero yo hasta el día siguiente no lo creía, mi cabeza no lo podía procesar porque yo no lo entendía”.