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viernes, agosto 1, 2025
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Chubut

Entraron pumas a una escuela rural: 40 gallinas muertas y miedo a que lastimen a los chicos

Tras el ataque, armaron un protocolo de emergencia. Por prevención, los alumnos entran acompañados y más tarde, para no caminar de noche.

Este invierno, en la Escuela N° 113 de Cerro Centinela, en la zona cordillerana de Chubut, no lidian con los problemas habituales de cañerías congeladas o falta de calefacción. La complicación vino por otro lado: una irrupción de pumas en el establecimiento, con una matanza de gallinas, la pérdida de un elemento clave para el colegio y -lo peor- el temor a que los animales vuelvan y lastimen a alguno de los chicos.

En un primer ataque aparecieron dos ejemplares muertos en el gallinero escolar. Inicialmente pensaron que había sido algún perro asilvestrado, pero cuando vieron unas huellas ya no hubo dudas. Se trataba de un felino. Hasta allí, pensaron en un ataque aislado, como los que suelen suceder en estancias patagónicas, con ovejas como víctimas.

Pero en los días siguientes, la situación se volvió más grave. Los pumas regresaron y completaron la masacre: murieron las 40 gallinas que tenían en la escuela. No quedó ni una. Ahí entendieron que no se trataba de un solo atacante.

“Los animales saltaron el cerco. No fueron perros, como algunos creían. Tenemos huellas y sabemos que fueron varios pumas. Ya habían hecho destrozos en campos vecinos”, explicó Miriam Palma, directora del establecimiento, en declaraciones a Radio Chubut.

Protocolo de emergencia por los pumas
La gravedad de la situación obligó a la institución a tomar medidas inmediatas. La primera decisión fue suspender las clases por un día, mientras evaluaban cómo proceder.

Luego implementaron un protocolo de seguridad que modificó por la rutina escolar. El horario de ingreso se retrasó de las 8 a las 9:30 de la mañana, para evitar que los chicos transiten por callejones boscosos en la oscuridad. “Los chicos deben transitar por ahí, aún de noche, y es peligroso” explicó la directora.

Como medida adicional, el micro escolar que todos los días recorre la zona yendo a buscar a los alumnos y los lleva hasta el establecimiento, para lo más cerca posible de la puerta, para reducir el recorrido a pie en el ingreso. Y además, la Policía local está presente tanto en la entradao como a la salida. La idea es que ningún chico camine solo.

“Las familias nos acompañaron desde el primer momento. Comprendieron que todo es por seguridad”, agradeció la directora.

El protocolo cuenta con el respaldo de la Supervisión de Escuelas y la Delegación administrativa, que también acompañan las medidas implementadas. Además, Palma explilcó que están en comunicación permanente con las familias, la Comuna y el centro de salud local para coordinar cualquier eventualidad.

La situación no genera preocupación sólo por los alumnos. Varios docentes y profesores itinerantes que dan clase en la escuela llegan desde la localidad de Corcovado o la ciudad de Esquel y deben recorrer el trayecto desde Cerro Centinela hasta la escuela, lo que obliga a extremar las precauciones.

La 113 está ubicada en un entorno natural privilegiado, rodeada de árboles, pero alejada del centro poblado de Cerro Centinela. Esta característica, que normalmente es una ventaja, ahora se convirtió en un factor de riesgo.

La directora remarcó que, aunque es un animal autóctono de la región y en los campos de la zona están acostumbrados a su presencia, esta fue la primera vez que los pumas ingresaron al predio escolar y causaron daños.

“Siempre supimos que rondan por esta región. Pero esta vez la situación cambió”, aseguró Palma para dejar claro lo inusual de la situación.

Especialistas que analizaron la escena del ataque estiman que fueron entre dos y tres pumas los que participaron, basándose principalmente en las huellas encontradas en las inmediaciones del predio escolar.

La reconstrucción del gallinero
Más allá del peligro, la pérdida total del gallinero resulta un golpe duro para la institución, ya que era parte esencial del proyecto educativo y también un insumo clave, que abastecía el comedor en un escuela de doble jornada, en la que los chicos pasan todo el día.

Sin embargo, la respuesta de la comunidad para tratar de subsanar esta situación no se hizo esperar y ya están recibiendo donaciones de gallinas para recuperar lo perdido. Igualmente, para poder trasladarlas a la escuela primero tienen que completar la reconstrucción del gallinero.

“Vamos a cerrarlo completamente, también por arriba, para evitar nuevos ataques”, explicó Palma, agradecida por el apoyo recibido.

La Escuela 113 funciona en período febrero-diciembre y tiene 75 alumnos que cursan desde sala de 3 años hasta secundario. Hacen los tres niveles educativos: inicial, primario y secundario. Con jornada completa, los chicos tienen desayuno y almuerzo incluidos.

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