Se trata de un carcarodontosáurido al que bautizaron Meraxes. Fue encontrado en Neuquén, siendo uno de los ejemplares de mayor tamaño hallado
La Patagonia es sin dudas territorio “paleo”. Un nuevo y enorme hallazgo en Neuquén la reafirma como el paraíso paleontológico que es. Se trata de los restos de Meraxes, “el gran devorador de dinosaurios”, que fue bautizado como uno de los tres dragones de los hermanos Targaryen de la serie Game of Thrones.
El espécimen es el esqueleto más completo conocido para un carcarodontosáurido sudamericano y uno de los más completos del mundo. Es uno de los dinosaurios carnívoros de mayor tamaño hallados hasta hoy. Fue descubierto en la Barda Atravesada de las Campanas, a unos 20 km de Villa El Chocón.
El trabajo científico fue liderado por investigadores argentinos y publicado en el último número de la prestigiosa revista Current Biology. El estudio estuvo a cargo del Museo Bachmann de Villa El Chocón, la Fundación Azara (Universidad Maimónides), el CONICET, la Sección de Ciencias de la Tierra del Field Museum of Natural History de Chicago y la Universidad de Minnesota (EEUU).
El nombre de la especie, gigas (gigante, en griego) se refiere al enorme tamaño. Aunque es unos 2 metros menor que el Giganotosaurus carolinii, el más grande de los terópodos conocidos.
Meraxes murió con alrededor de 45 años (técnicamente, tenía entre 39 y 53), y es el dinosaurio más anciano hallado. ¿Por qué es importante? Brindará información acerca de la relación entre los cráneos enormes y los brazos diminutos en los mayores dinosaurios carnívoros del mundo.
El paleontólogo Peter Makovick junto a uno de los huesos de Meraxes. Foto Akiko Shinya/ Reuters
El ejemplar alcanzaba unos 11 metros de longitud. Se hallaron un cráneo casi completo (sin las temidas mandíbulas), vértebras fragmentarias del cuello y la espalda, el sacro entero, varias vértebras de la parte primera y media de la cola, la cintura pectoral (el omóplato o escápula y el coracoides) con los brazos y la cintura pélvica con las patas posteriores. Su peso, vivo, se calcula en más de cuatro toneladas: 4.200 kg.
Juan I. Canale lideró el estudio junto a Sebastián Apesteguía (Fundación Azara – CONICET), Pablo A. Gallina, (Fundación Azara – CONICET) y los doctores Jonathan Mitchell (West Virginia University Institute of Technology (EEUU), Nathan Smith (Los Angeles County Museum, EEUU), Thomas Cullen (Field Museum (Chicago, EEUU) y Carleton University (Ottawa, Canada).
Un dinosaurio “cabezón” y de brazos “chiquitos”
Sus características anatómicas muestran que este dinosaurio tenía algunas particularidades muy “vistosas”. Su cabeza era enorme, con huesos muy ornamentados con protuberancias, crestas y surcos, y dientes del tamaño de cuchillos. Sus brazos eran sorprendentemente cortos, del tamaño de los de una persona.
Una reconstrucción del Meraxes Giga, el devorador de dinosaurios. Imagen Carlos Papolio/Reuters
Su sacro tiene una forma curiosa, como de silla de montar, sus patas eran poderosas y su segundo dedo era rematado por una garra, que recuerda vagamente a la de los velociraptores o la de las chuñas, aves cazadoras que viven en el norte argentino.
El enorme tamaño de sus cabezas es uno de los aspectos interesantes de los carcarodontosáuridos, a tal punto que la del gran carcarodontosáurido, Giganotosaurus carolinii, supera ampliamente en longitud a la del T. Rex (tiranosaurio rex). Sin embargo, mientras que del T .Rex se conocen varios cráneos completos, esto no era así para los carcarodontosáuridos hallados, que poseen un cráneo enorme pero incompleto.
Por eso Meraxes es tan relevante hoy: con sus 127 centímetros permite, por primera vez, tomar medidas detalladas de un cráneo de carcarodontosáurido más completo y extrapolarlas al gran Giganotosaurus.
La reconstrucción del esqueleto de Meraxes. Foto Javier Pazo y Lautaro Rodriguez Blanco/Reuters
Aunque el cráneo de Meraxes es proporcionalmente más angosto, permitió estimar la longitud total de la cabeza de Giganotosaurus, el más grande de los carcarodontosáuridos y uno de los más largos en terópodos, en 163 cm.
Otra particularidad son sus brazos diminutos. Las alometrías son los cambios en las proporciones del cuerpo a lo largo del crecimiento. El caso más icónico es el conocido T. Rex, cuyos brazos son ridículamente pequeños en proporción con el resto del cuerpo, pero no es el único.
Otros grupos de dinosaurios terópodos, como los abelisáuridos y los alvarezsaurios poseen proporciones similares de sus brazos con respecto al cuerpo.
Meraxes tenía la cabeza enorme y los brazos diminutos. Foto Fundación Azara
Una de las partes mejor preservadas de Meraxes son sus pies. Casi todos los huesos de sus dedos estaban en posición, mostrando con claridad su ubicación. Estos huesos, robustos y con fuertes uniones ligamentosas entre sí, estaban preparados para sostener el elevado peso de estos enormes dinosaurios carnívoros.
Una de las características más llamativas es la garra del dedo interno del pie, bastante más grande que las otras dos (casi el doble de larga que la del dedo externo) y con un borde ventral un poco más afilado. Si bien en formas más primitivas de estos terópodos, como Allosaurus, esta particularidad está presente, nunca con el nivel de desarrollo que presenta Meraxes, por lo que resulta una característica hasta ahora propia de esta nueva especie.
¿Cuál es el significado de esta garra? Las actuales chuñas utilizan su garra sobrecrecida para cazar, clavando alguna presa más pequeña contra el piso. Aunque no es posible saberlo, esta es una posibilidad.
La enorme cabeza del Meraxes, uno de los dinosaurios carnívoros más grandes. Foto Fundación Azara
Dónde lo encontraron
La Barda Atravesada de las Campanas, cortada por el cañadón del mismo nombre, es un sitio árido, de rocas rojizas, que dista unos 20 kilómetros de Villa El Chocón. En la zona hay rocas conocidas como Formación Huincul, depositadas a principios del Cretácico Superior (de unos 96 a 93 millones de años de antigüedad), una época en la que convivían los mayores de todos los dinosaurios herbívoros del mundo.
Ahí estaban los cuello-largos, como el titanosaurio Argentinosaurus, junto a rebaquisáuridos de tamaño mediano y largas colas, o veloces iguanodontes, que escapaban de carnívoros de todo tipo.
El equipo de investigadores en el lugar del hallazgo del Meraxes, la Barda Atravesada de las Campanas, en Neuquén. Foto Fundación Azara
En 2012, un convenio entre el equipo paleontológico del Museo Ernesto Bachmann, el Área de Paleontología de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara y The Field Museum, con financiamientos de The National Geographic Society, la Municipalidad de Villa El Chocón, la Fundación Azara y The Field Museum (Chicago, EEUU), resultó en el hallazgo de numerosos huesos de dinosaurios en un campo situado a poca distancia de la costa norte del embalse Ezequiel Ramos Mexía, también en Neuquén.
Una tumba de arenisca
Este dinosaurio carnívoro murió en una zona barrosa cercana a un río y sus restos se descompusieron en ese mismo lugar. La hipótesis, describen, es que “un carroñero se llevó uno que otro hueso y alguna crecida de agua parece haber arrastrado algunos huesos más y desarmado parte del esqueleto… pero no todo.
Los huesos que quedaron de este dinosaurio carnívoro se hallaban en “parcial articulación”. Esto se traduce en que muchos huesos estaban conectados anatómicamente, por ejemplo, con los huesos de sus patas o algunas vértebras. Otros, en cambio, se hallaban sueltos en la roca, pero en su sitio esperado, algo que deja en claro que sufrieron algún leve movimiento o transporte por el agua antes de quedar enterrados en su posición definitiva.
El Meraxes murió en una zona barrosa cercana a un río. Foto EFE/ S.Apesteguía/Conicet
El curso del río cercano cambió y trajo arena sobre esos huesos, depositándoles una gruesa capa, que se ve hoy compactada como dos metros de roca arenisca, que debió ser perforada para extraer los restos. La extracción tomó 4 campañas anuales de 2 a 4 semanas cada una y contó con la participación de un equipo numeroso.
También fueron parte del estudio la técnica japonesa Akiko Shinya, Alejandro Haluza, Federico Gianechini y Peter J. Makovicky. Retomado desde Clarín.