Se encuentra en el Parque Nacional Los Alerces, a poca distancia de Esquel. Miles de turistas de todo el mundo llegan cada año para conocerlo.
En las tierras del actual Parque Nacional Los Alerces situado en la provincia de Chubut, a poca distancia de la ciudad de Esquel, hace unos 2.630 años brotó el retoño de un árbol que aún se mantiene en pie, imponente. Se trata del Alerce Abuelo, el árbol más antiguo de la Argentina y el segundo en todo el mundo, una maravilla de la Patagonia argentina.
No es un ejemplar misterioso perdido en un lugar oculto. Si bien se encuentra en un lugar agreste de tierra virgen, el sitio donde se levanta es de fácil acceso y cada año, decenas de miles de turistas locales y de los más diversos lugares del planeta hacen la excursión para encontrarse con este árbol que tiene más años que la era cristiana.
Una de las claves para que sobreviviera a cambios climáticos, fenómenos naturales, erupciones de volcanes o incendios cercanos, es su ubicación geográfica.
Un símbolo de la Patagonia en Esquel
Para llegar al Parque Nacional Los Alerces desde Esquel es necesario recorrer los casi 40 kilómetros por las rutas 259 y 71. Luego hay que continuar el recorrido dentro del parque, navegar cerca de una hora y emprender una accesible caminata que lleva aproximadamente otros 60 minutos, hasta encontrarse con el Alerce Abuelo.
Desde la pasarela que cruza el río Arrayanes, en la desembocadura del Lago Verde, es necesario caminar unos mil metros para llegar a Puerto Chucao. En ese lugar estará esperando el catamarán que navegará por las aguas verdes del lago Menéndez, hasta llegar finalmente al alerzal: el bosque en el que los alerces conviven con arrayanes, lianas y orquídeas salvajes, a orillas del Río Cisne.
Entre todos los alerces, el Abuelo se destaca con sus 57 metros de alto e impresionantes 280 centímetros de diámetro. Es el segundo árbol certificado más longevo del planeta, detrás del Pinus Longaeva que se encuentra en los Estados Unidos.
La antigüedad de los árboles se calcula contando la cantidad de anillos en su tronco. Cada año, dos anillos nuevos aparecen en su madera, uno en primavera y otro en otoño.
El mecanismo que se utiliza es realizar una perforación hasta el centro del tronco y extraer una delgadísima varilla de madera que sirve de muestra, sin producirle daños al ejemplar.
Así se logró establecer que el Alerce Abuelo de Esquel tiene más de 2.600 años, que convivió, por ejemplo, con 10 generaciones de arrayanes; 400 generaciones de cóndores y 87 generaciones de huemules, y que sobrevivió al cambio climático, protegido por la cordillera de Los Andes, y un bosque prácticamente inexplorado.
Patrimonio de la Unesco
Los pueblos originarios de la región llamaban lahuan al alerce, una expresión que significa “abuelo solitario”, debido a que perduraba de pie en el bosque mientras que otros cientos de ejemplares caían a su lado.
La mayor parte de las 263.000 hectáreas del Parque Nacional Los Alerces es territorio virgen, sin rutas, ni energía eléctrica. Aproximadamente el 70% de su territorio, unas 188.000 hectáreas, fue distinguido como Patrimonio Mundial por la Unesco en 2018, por su alto grado de preservación. Solo unos 300 parques alrededor del mundo tienen esa certificación.
“La flora y la fauna de estos bosques se remonta a los tiempos en que los continentes estaban unidos”, explican en el Parque Nacional.
La formación del bosque de alerces fue un proceso lento, favorecido por el ambiente de humedad especial del lugar: en el alerzal llueve 300 días por año. En estas condiciones, cada árbol crece un milímetro de diámetro cada 365 días. Así, el milenario Alerce Abuelo se levanta como símbolo de la conservación en lugares protegidos de la destrucción del hombre.