Agustín Sánchez, que volvía de navegar y avisó a las autoridades. Junto a vecinos y turistas se armó la cadena humana que permitió devolverlos al mar. Aquí cuenta la historia: “Las crías saltaban cuando volvían a reunirse con sus madres, no me lo olvido más”.

Era un día como tantos otros para Agustín Sánchez en su lugar en el mundo, un paraíso al norte de la Patagonia. Vive en Puerto San Antonio Este, a 65 km de Las Grutas, tiene un parador y desde ahí organiza salidas de avistaje de fauna marina en su embarcación en esa belleza que es el Golfo San Matías en la costa de Río Negro. Ayer al mediodía volvía con un grupo de turistas y lamentaba no haber tenido la suerte de poder avistar delfines, que suelen acompañar al semirrígido y con sus piruetas asombran a los visitantes. Pisaba la orilla de regreso cuando le llamó la atención que un grupo de delfines comunes se metía en el piletón que se forma cuando baja la marea , entre el muelle del puerto de aguas profundas desde donde salen los buques cargados de fruta y la zona de Punta Perdices, la playa conocida como el caribe de la Patagonia. Algo andaba mal. Sabía que había orcas cerca: las habían visto en Caleta de los Loros y otros puntos del Camino de la Costa.
La presencia de los delfines no solo no era algo habitual, sino que también presentaba el riesgo de que quedaran varados en la arena cercados por la marea baja. Entonces volvió al semirrígido, con familiares y turistas con la intención de guiarlos hacia un canal que les permitiría atravesar el banco de arena y volver al mar.
Recordaba el trágico espectáculo de dos años atrás, cuando una mañana encontraron a 60 delfines comunes que vararon y murieron en la oscuridad de la noche cuando también huyeron de las orcas, el delfín más grande y poderoso de la especie y el cazador más astuto. Una primera gran diferencia: era el mediodía y a plena luz, se podía ver cada detalle de lo que ocurría. Puso manos a la obra.
Como siempre lo siguen cuando navega, lo primero que intentó fue guiarlos hasta el canal para que volvieran al mar, pero no hubo caso: hacían unos metros y volvían, no querían. Enseguida supo que harían falta muchas manos para ayudarlos si quedaban varados y dio aviso a las autoridades (Prefectura, el municipio, los guardas ambientales, también al Instituto de Biología Marina, investigadores de la ESCIMAR y el CIMAS). Volvió a tierra y así empezó a armarse la cadena humana que permitió devolver al agua a los delfines que quedaban varados en la arena.
«Cuando un delfín queda varado lo ideal es sacarlo con una camilla con agujeros para las aletas, que no teníamos. Pero como los agarramos antes de que quedaran en seco, el peso se alivianaba y podíamos empujarlos al agua. Estaba con mi hijo Juan Martín de 14 años y un amigo de él. Yo, a mis 50, quedé de cama. Se sumaban turistas y vecinos a la gente de Prefectura, la municipalidad, los guardas ambientales y del Instituto de Biología Marina. Fue un poco desprolijo todo, podemos aprender todos para que se coordine mejor el trabajo, pero miremos lo bueno: logramos que pasaran por el canal«, relata Agustín.
«Pasamos horas así. Y ya al anochecer, cuando subió la marea, no veíamos a ninguno en el piletón. Nos daba mucho miedo que pasara lo de hace dos años. Y una imagen que me quedó grabada: los delfines que lograban pasar no se iban, se quedaban esperando al resto del grupo. Era impresionante ver eso. Había muchas madres con sus crías. Saltaban de felicidad cuando volvían a estar juntos. No me lo olvido más», agrega Agustín.
En tanto, esto informó la Secretaría de Ambiente y Cambio Climático de Río Negro:
«Este martes alrededor del mediodía, la Secretaría recibió una alerta sobre un posible varamiento de un grupo numeroso de delfines en la zona de Punta Perdices, dentro del Área Natural Protegida «Bahía de San Antonio». Los delfines habían quedado atrapados en un pozón de la zona.
Inmediatamente, se generó una respuesta por parte del personal de la Secretaría, que constató la situación. Luego, en un trabajo coordinado con la Municipalidad de San Antonio Oeste, la Prefectura Naval Argentina y la comunidad del Puerto del Este, se logró acordonar la zona y prestar asistencia a los animales que quedaron varados sobre la costa.
