Pablito Viajero partió desde Tierra del Fuego en 2020 y superó cada obstáculo con mucho coraje. “Los miedos no desaparecen, se enfrentan”, aseguró.
Y lo logró, nomás: casi cinco años después de haber partido de Ushuaia con la idea de conectar los extremos de América, Pablo Imhoff, el argentino de 37 años que la comunidad motera apoda “Pablito Viajero”, coronó en Alaska un periplo de medio continente sobre una Honda C90 EconoPower de 1992.
En concreto, la travesía comenzó el 14 de enero de 2020, cuando el ex óptico contactólogo vendió sus pertenencias en Santo Tomé, provincia de Santa Fe, y puso rumbo al sur. Tras quedar varado un año en Tierra del Fuego por la pandemia de Covid-19, inició oficialmente el recorrido en marzo de 2021 y, desde entonces, cubrió más de 50 mil kilómetros a través de 15 países hasta alcanzar la llamada “última frontera”.
Para lograrlo, adaptó a su compañera de ruta, bautizada “Econo”, con alforjas de cuero, un baúl de madera y un toma de 12 voltios. Y no mucho más. Con apenas 90 cc de cilindrada, la moto obligó al youtuber a viajar ligero y a sentir cada cambio de clima, un concepto que Imhoff, lejos de amedrentarse, definió como “libertad en estado puro”.
Proyecto Alaska: cinco años de ruta y 15 países recorridos
El itinerario incluyó la ruta 40 de punta a punta, el Salar de Uyuni, los túneles del altiplano colombiano y el peligroso Tapón del Darién, la inhóspita selva que divide a ese país de Panamá. Pero también hubo desvíos inevitables: la negativa de ingreso a Nicaragua en 2023, por ejemplo, que lo forzó a viajar por aire mientras su moto iba desde Costa Rica hasta Honduras en camión, o los contratiempos mecánicos, como la rotura del motor en Perú o la pinchadura que lo recibió en el primer pueblo de Alaska.
Cada frontera, en ese sentido, aportó su cuota de tensión. En la aduana canadiense-estadounidense, el sistema alertó un supuesto antecedente y los agentes retuvieron al viajero durante un largo rato. “Creí que el sueño terminaba ahí”, confesó mirando a cámara, todavía temblando, antes de retomar la ruta bajo una lluvia torrencial.
Pero no solo que no fue el final, sino que el momento más esperado llegó 30 kilómetros después, sobre la histórica Alaska Highway. Frente al cartel de “Welcome to Alaska” que marcaba la misión cumplida, Imhoff se permitió el desahogo: “No lo puedo creer… cinco años y medio esperando para tocar este cartel”, celebró.
Así, entre risas y lágrimas, el logro lo motivó a repasar otros desafíos que debió enfrentar, algunos de ellos muy duros, como la pandemia que atravesó los primeros años del periplo, la muerte de su padre mientras estaba en Colombia o la mordedura de una víbora en el Darién que le dejó la pierna marcada durante meses. “Pero no lo digo como algo malo, al contrario: cada momento difícil fue un aprendizaje”, resumió.
El impulso de las redes y la comunidad viajera
El viaje se financió casi por completo gracias al canal de YouTube, que hoy supera el millón y medio de suscriptores y que suma cerca de un millón de visualizaciones por episodio. Imhoff comparte rutas, reparaciones y vivencias; a cambio recibe regalías, colaboraciones con sponsors –en Instagram se acerca también al millón de seguidores– y el aliento de una audiencia global que lo recibe en casas, talleres y campings de todo el continente.
Ese acompañamiento explica por qué, en el video de su llegada, repite en muchas ocasiones que se trata de un logro colectivo: “¡Esto también es de ustedes!”, asegura. Es que Pablito recuerda que, en los tramos más solitarios, un simple mensaje servía para levantarle el ánimo, y que hasta los problemas con la moto creaban oportunidades para nuevos encuentros. “Un contratiempo es la puerta a otra historia”, suele decir.
Su primera gran experiencia —la Vuelta a la Argentina en una Gilera Gran Turismo 200 de 1970, incluida una escala en las islas Malvinas— había quedado plasmada en un libro; esta vez planea un segundo volumen y, tal vez, un documental que compile las 400 horas de material grabado en ruta.
Se había propuesto “recorrer todo el continente americano, del punto más al sur al punto más al norte y llegar a Alaska a mediados de 2025″. Y lo consiguió en julio. Antes, y tras salir de Argentina, pasó por Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Honduras, El Salvador, Guatemala y Bélice.
Según sus registros en Instagram, llegó a México en marzo de 2024, mientras que pisó suelo de Estados Unidos en noviembre. Ingresó por California, pasó por Los Ángeles, se dio el gusto de atravesar la Ruta 66 con su pequeña Gilera, pisó Las Vegas, visitó el Área 51 en el mismo estado de Nevada y desde allí puso rumbo definitivo hacia el norte para atravesar Canadá y, finalmente, llegar a Alaska.
Mientras tanto, la Honda C90 descansa en Delta Junction, el punto donde termina la Alaska Highway y comienza la Richardson Highway. Allí, Imhoff decide si encara los 800 kilómetros de ripio hasta Prudhoe Bay, el punto más al norte al que se puede llegar por ruta. “La aventura alasqueña recién comienza”, anticipa.
Motivar también forma parte de la hoja de ruta. Por eso, en su despedida de la jornada dejó una idea que resume el espíritu de la hazaña: “Los miedos no desaparecen, se enfrentan. Si no los hubiera enfrentado, imaginen todo lo que me habría perdido”. Es un mensaje para quienes sueñan con su propia odisea: la historia de este argentino recuerda que todo lo inolvidable empieza con algo tan simple como un giro de llave. Y, por supuesto, con mucho coraje.