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miércoles, febrero 5, 2025
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Océano Atlántico

Sobrevivió 11 días en el océano flotando sobre una heladera rodeado de tiburones

Fueron 11 días de pesadilla los que vivió Romualdo, un pescador de Brasil al que se le dio vuelta su embarcación en el norte de su país y quedó a la deriva

Fueron 11 días de pesadilla los que vivió Romualdo Macedo Rodrigues, un pescador de Brasil al que se le dio vuelta su embarcación en el norte de su país y quedó a la deriva.

Estuvo flotando todo ese tiempo en el océano Atlántico, a salvo gracias a una heladera dentro de la que pudo mantenerse con vida.

Sobrevivió 11 días en el mar dentro de una heladera. (Foto: captura Récord TV)
Sobrevivió 11 días en el mar dentro de una heladera. (Foto: captura Récord TV)

Cuando lo hallaron, estaba deshidratado y no había probado alimento alguno. “Pensé que mi final estaba cerca. Pero Dios me dio una oportunidad más”, dijo Rodrigues a Record TV.

Romualdo salió de pesca a principios de agosto. De pronto, comenzaron a abrirse grietas en la embarcación. Cuando vio que la heladera que llevó para la pesca no se hundía, se metió adentro y allí se quedó todo ese tiempo.

A la deriva 11 días, rodeado de tiburones

Frente a la costa de Surinam, otros pescadores lo rescataron y él contó la traumática experiencia. “Nací de nuevo. Pensé que no contaría esta historia, pero estoy de vuelta”, dijo.

El pescador, que no sabe nadar, contó que “los tiburones lo rodeaban pero que finalmente se fueron. Pensé que me atacarían. Me quedé arriba del congelador. No dormí. Vi el amanecer, el atardecer, pidiéndole a Dios que envíe a alguien a rescatarme”.

Sobrevivió 11 días en el mar dentro de una heladera. (Foto: captura video Twitter UOL)
Sobrevivió 11 días en el mar dentro de una heladera

Pensando en sus hijos, en su esposa, en su madre y su padre, los 11 días transcurrieron sin agua potable ni alimentos, y cada vez que la heladerita se llenaba sacaba el agua con la mano. “En ese momento pensé que no había manera”, agregó.

Cuando llegó el milagroso grupo de pescadores, él solo escuchó el ruido. “Pensaron que no había nadie allí. Luego se detuvieron lentamente. Mi visión ya se estaba desvaneciendo, entonces dije: “Dios mío, un barco. Levanté los brazos y pedí ayuda”.

“Ese congelador era Dios en mi vida. Era lo único que tenía. Fue un milagro”, agregó.

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